Despiértate, ¡despiértate ya! Abrí enseguida mis ojos y fue cuando la vi. Tenía una cara blanca, con tres cicatrices paralelas que llegaban de su oreja izquierda hasta la punta derecha de su boca. Tenía pelo largo con capas y de un color rojo. Sus ojos eran de color púrpura con los bordes de sus pupilas negras. Su nariz estaba cortada del lado izquierdo, un poco mas bajo que por donde pasaba la cicatriz, y sus labios, esos eran lo peor, con dos grandes rayas echas con costras en su labio menor.
Después de unos pocos segundos desde que la empecé a ver, la mujer tomó mi cara. Sentía como sus dedos perforaban mi piel como cuando acercas un cerillo a una bolsa de plástico, así de fácil se clavaban sus dedos en mi cara. Luego sentí que me quemaba por dentro, pero algo muy raro pasó. Todo el dolor desapareció cuando sus labios tocaron mi frente, sentí como mi frente era aplastada por sus maltratados labios y estos se quedaban marcados en mi piel, pero ya no sentía dolor, al contrario, sentía un alivio como si recién estuviera saliendo del un largo baño con agua fría.
Luego de unos minutos que la contemplé, escuché tu voz a lo profundo de mí, sentía que me llamabas y fue cuando desperté, paso por mi mente la imagen de un hombre que salió de la profundidad del mar después de casi ahogarse en ella. Miré el reloj, apenas era la una cinco de la mañana. “¡Increíble!” me dije a mi mismo, sólo habían pasado 5 minutos desde que me acosté, sin embargo sentí como si hubiera dormido durante días. Me traté de dormir y con un gran fracaso bajé después de unas dos horas. Ya en la cocina estaba tomando agua cuando una voz que venía atrás de mi cabeza hizo que me diera media vuelta. En menos de lo que pude reaccionar, aquella mujer estaba allí parada junto a mí, con sus manos quemándome la piel de mi cara y sus labios presionado mi frente.
Me despertó mi mama, yo estaba tirado en el piso de la cocina, con el vaso roto y el agua absorbida por mi camiseta. Tenía unas pequeñas cortadas en mi pie por los pedazos de cristal que quedaron allí. Ella me levantó rápidamente y me dijo que me pusiera una camisa buena para que me llevara al hospital, para que me revisaran mi pie. Luego del hospital me apresuré en venir a la escuela.
Todo pasa por una razón...
Hace 14 años
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